jueves, 26 de noviembre de 2015

El metro


Subo al metro con la bici para volver a casa. La gente me mira.
Yo miro a la gente también. En el metro todo el mundo mira. O a los demás o al movil. Las dos cosas a la vez quizá. Un ojo en el movil otro al pasajero de enfrente y al que sube y al que baja, y al q entra y al que sale. 
Sube un chico vestido normal, haciendo gestos extraños y repetitivos con las manos y la cara. Se sienta en el suelo. Se hace un vacío de mínimo tres metros a su alrededor. Todo el mundo se aleja como quien se aleja de la peste. A el chico le da igual. Esta en una dimensión paralela. No se siente observado por nadie. Parada tras parada sigue moviendo los dedos y la cabeza hacia delante y hacia atrás. Sigue tirado en el suelo, como un perro, y todos dejamos de mirar. Miramos al otro lado del vagón, que hay una pareja y dos hombres con traje. Si, esto es más agradable de observar. Todos miramos hacia otro lado y nos bajamos en nuestra estación a continuar con nuestro camino, Porq esta vez y ésto ni nos importa ni nos afecta. 
Dos horas después y en casa sigo sintiéndome mal por no haber hecho nada. Llamado al samur, cogerle la mano y levantarle del suelo. No me volverá a pasar. 

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