jueves, 26 de noviembre de 2015

El puente de madera

Un puente pequeño de madera húmeda y crujiente sobre el río me llama a gritos a sentarme sobre el. Observo de frente. Agua, árboles, patos. Exactamente cinco, a lo lejos. Un árbol cuyas raíces brotan en la ribera del río tiene las ramas colgando hacia abajo rozando el agua con las hojas. A mi izquierda varios árboles mas, uno de ellos inclinándose hacia abajo con la copa mirando hacia el suelo, inclinado como se encorvan las espaldas de las personas cuando alcanzan la vejez.  Oigo el canto de los pájaros. Siento el césped húmedo bajo mis pies. Hoy es martes, no hay nadie, no se oye nada q perturbe este momento. Por unos minutos cierro los ojos y consigo trasladarme a cualquier otro lugar q no sea Madrid. Aquí no me alcanza el humo (de los coches), ni el ruido ni las prisas ni el desasosiego ni la ansiedad. 
Medio metro separa mis pies del agua y un par de rocas teñidas de verde parece q me invitan a bajar. Una rama con pinchos bajo ellas amenaza con herirte protegiéndo así su virginidad. 




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