Tántor me acompañó ese verano en mi viaje a la nada. Tántor es impulsivo, dramático, alegre, vivo pero sobre todo muy inteligente. Y sexual, muy sexual.
Es de esas personas que saborean cada instante de la vida como si fuese el ultimo. Te arrastran a disfrutar porque la vida a su lado es una fiesta sin final. Lleva puesto por sombrero una picardía mezclada con la inocencia de su juventud. Va desnudo por la vida. No tiene nada q ocultar. No tiene miedo de no encajar.
Tiene la piel impregnada de ternura y sensualidad.
No tiene miedo a la muerte, como yo. Su pánico es estar muerto en vida, dejar de ser espontáneo y emotivo, dejar de respirar. Busca intensidad. Odia la mediocridad de ser como el resto de la sociedad.
Aquel verano me regaló toda la vida q le sobraba, y toda la risa que me faltaba. Nunca quise más porq no le podía pedir más a la vida. Era un regalo y los regalos se agradecen, se disfrutan y se sueltan.
Las personas exigen posesion, sobre los objetos, en las relaciones, en el amor. Pero los regalos no se poseen. La vida no se posee, ni la risa ni el amor ni la amistad. La principal característica de todas estas maravillas es la libertad. Eso nadie lo entiende.
Y ese verano todo fue música, mar, sol, risas, libertad. Todo fueron instantes eternos.
De vuelta a la realidad, una noche, nos miramos profundamente a los ojos y descubrimos que ya no habría más. Hasta ahí llegaba nuestra libertad. Y nos prometimos un inmenso "nada" en memoria de la eternidad de nuestros instantes.
Shaaasha

No hay comentarios:
Publicar un comentario